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martes, 9 de octubre de 2012


La puerta de la fe se cruza cuando la Palabra de Dios se anuncia
y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma.
                                                                                     
                                                                                                                          (cf. Porta Fidei 1, de S.S. Benedicto XVI)




Anuncio y convocatoria:
El Papa Benedicto XVI nos invita a vivir y celebrar el año de la Fe. Comenzará el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario del concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013.

Finalidad, ¿para qué un año de la fe?: (decir vivir es decir conocer, celebrar y transmitir)
  • Vivir la comunión de vida con Dios, porque el Señor nos llama a la conversión, a ser sus amigos
  • Vivir la vocación del bautismo, porque somos hijos de Dios
  • Vivir en y con la Iglesia, porque somos miembros de la familia de Jesús
  • Vivir la fe en la Trinidad, porque Dios es Amor
  • Escuchar la Palabra viva de Dios, creerla y transmitirla siendo sal y luz del mundo
  • Profundizar en el concilio Vat. II y el Catecismo de la Iglesia Católica
  • Tomar conciencia de la Fe, profesarla y transmitirla en la propuesta para la nueva evangelización

Pero, ¿qué es la fe? ¿qué es creer?:
Algunos dicen que creen en lo que saben, tocan y experimentan. Sin darse cuenta que todos los días y constantemente están fiándose y haciendo actos de fe: acostarte para levantarte al día siguiente, creer que cada célula de tu cuerpo tiene el ADN, creer que el Everest es la montaña más alta, creer que tu madre os preparará la cena…

Un paracaidista preguntó a un empleado del aeropuerto si estaba bien preparado el paracaídas. Aquel le respondió indiferente: “Creo que sí”. Esto no es suficiente para él; esto quiere saberlo seguro. Pero si se lo pide a un amigo que le prepare el paracaídas, éste le contestará a la misma pregunta: “sí, lo he hecho personalmente. ¡Puedes confiar en mí!”. Y el paracaidista replicará: “Te creo”. Esta fe es mucho más que saber: es certeza.

La fe es confianza, es dejarte amar y ser amado, Para responder con el sí creo, amando. Creer en Dios quiere decir comprender que con las cosas del mundo no se basta. Creer en Dios quiere decir comprender que la vida tiene un sentido. Tú también has experimentado que el mundo visible y el transcurso normal de las cosas no pueden ser todo. Sientes el misterio, una conmoción, una inquietud. Y sigues las señales que te indican la existencia y la presencia de Dios. Para finalmente acogerlo y alabarlo. Porque el mismo se nos comunica, nos habla, te habla.

¿A quién creemos y por qué?:
En el evangelio de san Juan leemos: “A Dios nadie lo ha visto jamás…” y es Jesucristo, el Hijo de Dios quien nos lo ha dado a conocer. Ha venido enviado por el Padre para eso: amarnos, abrirnos a la amistad con Dios y enseñarnos el camino del cielo: Por eso, debemos creer en Jesús si queremos saber qué nos quiere comunicar y decirnos Dios, nuestro Padre. Por eso creer es acoger a Jesús y jugarse toda la vida por él y con él.

Y, ¿cómo creer?:
  • La fe es un don de Dios que hay que pedir con humildad y sinceridad.
  • La fe es la fuerza para vivir como hijos y acoger la salvación y el amor de Dios.
  • La fe es saber, confiar y acoger la voluntad de Dios.
  • La fe tiene la garantía de Jesús.
  • La fe se vive en Iglesia, porque no creemos individualmente sino en la fe de la familia de Jesús.
  • La fe se completa con el amor y la esperanza.
  • La fe aumenta si escuchamos con más atención la voz de Dios y orando hacemos un intercambio, un diálogo vivo con él.


  • La fe es la alegría de sentirnos amados y de sabernos llamados para el cielo.

Exhortaciones finales:
Ante todo, es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar.

La fe sólo crece y se fortalece creyendo…abandonándonos en un amor que se experimenta siempre como más grande porque tiene su origen en Dios.

La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la esperanza ante la profunda crisis económica y moral, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en Jesucristo, Dios que se ha hecho hombre y vive con y por nosotros resucitado.

Esta es la Fe de la Iglesia (el Credo), la Fe de María, de los Apóstoles, de los discípulos, de los mártires, de los hombres y mujeres que han consagrado su vida a Cristo, de todos los bautizados, de todos nosotros, también de ti.

Reconociendo al Señor Jesús, vivo y presente en nuestras vidas, nos mueve a la caridad y a la esperanza, a las obras de misericordia, a buscar la justicia y el bien común, a ayudar a los más necesitados.

Que en este Año de la Fe, crezcamos y nos afiancemos en el regalo más grande que hemos recibido en la Iglesia.



Miguel Abril.

martes, 6 de marzo de 2012

Sobre el Sacerdocio


La “profesión” más feliz y satisfactoria del mundo: ¡apúntate!

Los sacerdotes somos las personas más felices del mundo. Y no lo digo sólo yo. Muchos, y entre ellos, la prestigiosa revista Forbes. El argumento esgrimido en ésta: la vida de un sacerdote tiene un gran sentido que hace que la vida merece y vale la pena ser vivida. Lógicamente hay obstáculos y dificultades, pero los superan con creces la experiencia del gozo en la entrega y el servicio desinteresado, el acompañar a las personas, ser instrumento de la misericordia de Dios, presidir la Eucaristía, guiar una comunidad, hacer convivencias con jóvenes para llevarles a Jesús, acompañar a las personas que sufren…

Pero el ser sacerdote es mucho más que una profesión: es una vocación. Porque tiene que ver y actuar con el interior de una persona, y no tanto se refiere a una actividad externa. Porque responde a una elección libre ante la llamada de Dios, mucho más allá de determinarse en función de los gustos, cualidades o posibilidades personales. Porque se ponen en funcionamiento todas las dimensiones de la vida: la afectiva, intelectual, creativa, etc. Porque vives desde la gratuidad del amor de Dios y la providencia de su elección: -me ha elegido a mí- y, -te está eligiendo a ti-. Porque El quiere y te ama. Dios te ama. Porque permanece y es alianza y compromiso de amor para siempre. El sacerdocio es vocación porque exige exclusividad, entrega absoluta y nace de una pasión: la pasión por el Evangelio. Es ser testigos enamorados de Cristo que te lleva a acoger la llamada personal, urgente y eclesial de la emergencia educativa anunciada varias veces por el Papa Benedicto XVI.

Varias son las iniciativas que se están llevando a cabo para suscitar y promover esta experiencia apasionante del sacerdocio:
  • La cuña publicitaria en la COPE, grabada por los seminaristas, en la que se afirma sencilla y claramente: Ven al Seminario Mater Dei…y rompe con tu rutina. Sé valiente, vive tu vocación. Llena tu vida, ayudando a los demás con el compromiso y la alegría de ser testigo de Dios. Ser sacerdote: una vida que merece ser vivida. En el Seminario Mater Dei, CONTAMOS CONTIGO.
  • La renovación de la “Asociación Amigos del seminario” como verdadero movimiento pro-vocaciones por medio de la cadena de oración. Mayor información sobre la Asociación tenéis en esta misma HP.
  • Los testimonios vocacionales de los seminaristas en las parroquias de destino pastoral y en el colegio Mater Dei. Podéis contar con ellos si deseáis que vayan a dar testimonio a los grupos de jóvenes de vuestras parroquias. Aprovechad esta oportunidad.
  • La apertura del seminario Menor en la cual se está trabajando y rezando. Si conoces un chico entre 12 y 18 años que se le ve ganas de ser feliz y está abierto a la vocación: ¡adelante! ¡Al seminario Menor, no lo dudéis!
  • Y el deseo y la confianza de que la semilla que se va sembrando en los corazones jóvenes de nuestras familias, parroquias, comunidades y colegios, dé fruto abundante. Así se lo pedimos con pasión y convicción al Dueño de la mies.
Desde el corazón de la Diócesis, con mucho cariño, Miguel Abril.