miércoles, 13 de febrero de 2013

EL TIEMPO DE CUARESMA.

Queridos amigos y hermanos en la fe:

El tiempo de cuaresma comienza hoy, con el miércoles de ceniza. Es un tiempo que nos ayuda prepararnos para la celebración del la Pascua, "La resurrección del Señor". En este tiempo, se nos exhorta a una vivencia espiritual más profunda, al ayuno, a la práctica de la limosna, la búsqueda del encuentro con Dios por medio de todo ello y por medio del sacramento de reconciliación, más conocido la confesión. 

Años atrás, hace 10 años, yo vivía este tiempo litúrgico de forma muy diferente a como lo vivo ahora. Llegaba a criticarlo, a no entenderlo, pues, era una persona que estaba apartada de Dios y de la fe. Veía como una imposición, de la Iglesia todos estos ayunos y abstinencias. Hasta que descubrí lo importante que son en realidad, en cuanto que descubrí a Dios,en cuanto dejé que Dios entrase en mi vida.

Estos ayunos y abstinencias, me han ayudado a decir muchas veces que no a mi mismo, a no ser egoísta, a pensar mejor las cosas, a comenzar a mirar por las necesidades del otro. En otras palabras, a comenzar a ser verdaderamente libre. Liberándome de todo aquello que no me acerca a Dios y me aleja del amor. Es una libertad plena, que nos muestra con clarividencia aquello que es realmente importante en esta vida. Nos hace madurar en la persona de Cristo a imagen suya en la vida, y a ejemplo suyo, como en el pasaje de las tentaciones en el desierto   (Mt, 4, 1-11).

El ayuno nos ayuda a luchar contra las tentaciones que nos hacen débiles y precipitan a caer en las manos del maligno enemigo, por medio del pecado. Es el pecado aquello que nos aparta de nuestra verdadera naturaleza, que nos aleja de Dios y también, de vivir para solo complacer nuestras necesidades. Todos tenemos debilidades, por ello el ayuno, nos muestra con más claridad lo que realmente puede perjudicarnos, aquello que está más unido a este mundo, que limita nuestra apertura a Dios, a la transcendencia. El pecado nos obliga, pues, haciéndonos perder nuestra verdadera libertad, nos ata al mundo, a la debilidad de la concupiscencia. Nos sumerge en una ceguera y una sordera temporal, que nos incapacita a poder vivir en esperanza.

Con el paso del tiempo he comprendido que el ayuno es importante, por ser uno de los métodos eficaces de encuentro con Dios y de amor al prójimo. En este tiempo se nos pide el ayuno del alimento que es importante, y de ello también contar con el ayuno de las cosas, que puedan cortar la vivencia en plenitud de la comunión con Dios y en el amor al prójimo. Las lecturas de hoy, a mi interpretación, exhortan a vivir ese ayuno, como parte del anuncio de la gracia que se nos tiene preparada. Por ello, hay que vivir con alegría esta oportunidad que se nos brinda para la conversión. Hay que perfumar nuestro pelo, para que se reavive la fe en el mundo, con ese perfume del ejemplo cristiano de santidad, y lavar nuestro rostro para no quedarnos estancados en las penas que el mundo nos contagia, mostrar una mirada limpia de sinceridad que hable al mundo sin dobleces sin mentiras. Los hombres están cansados de vivir en el mundo, ya que está lleno de mentiras. Sólo con el agua se limpia el rostro, sólo con el agua limpiamos los pecados en el bautismo acogiendo nuestra fe en la Iglesia, que nos hace revivir la esperanza, que nos hacer ser creyentes de aquello que senos revela en su seno y que cada día se nos manifiesta como creyentes, la verdad de Cristo. Por que la fe nos ayuda a vivir plenamente en esperanza viva y verdadera, ayer, ahora y siempre. Nos acerca a lo auténtico, quitándonos el maquillaje que en abundantes veces, se nos impregna de la realidad del mundo. Liberémonos del falso encuentro con la realidad y hagamos que la fe nos revele la verdad de nuestro yo.

Animo a que todos vivamos en plenitud este tiempo de cuaresma deseando vivir la esperanza, el encuentro con Dios, la alegría de saberse amado por Él y compadeciéndonos por su muerte en Cruz, sentirnos llamados a vivir por el anuncio del evangelio, siendo verdaderos Cristianos testigos de Cristo en el mundo.

Para ser testigos:"Aprendamos a perdonar los pecados ajenos, como lo hizo nuestro Maestro, para comprender mejor nuestros pecados. Aprendamos a amar a nuestros hermanos, como los amó el Maestro, para saber cuánto Dios Ama al mundo"

Gracias por vuestra atención, Dios os bendiga.
                                                                                                                 David Escoin

No hay comentarios:

Publicar un comentario