jueves, 11 de octubre de 2012


Dios siempre nos Conduce. 

Dios llama a quien quiere y cuando quiere, en mi caso me llamo a muy temprana edad, tan sólo tenía siete años cuando conquisto mi corazón, me dijo “ven y sígueme”.  Quedaron marcadas también aquellas palabras suyas que me dijo en ese momento, quiero que “Seas mío para que ames y sirvas”, “Amar y servir siempre”.
            Dios nos conduce, nos da su mano, uno solamente la estira y se la coge, y Él como un Padre amoroso nos dirige hacia el Amor pleno, hacia la vocación a la cual nos ha llamado, solamente debemos dejarnos conquistar, abrir nuestro corazón, no tener miedo nunca. Porque el miedo solamente destruye nuestra vida, nos ciega y nos aleja de lo que realmente nos hará feliz.  Recordar siempre las palabras de nuestros grandes Papas: “Sí sientes la llamada de Dios, que  te dice Sígueme ¡No la acalles!, No Tengáis miedo”, como decía el Beato Juan Pablo II, y más recientemente nuestro Santo Padre Benedicto XVI: “ ¡No Tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da Todo”. 
            Durante estos años de vida de formación he sido altamente feliz, seguro de mi camino, y en el seminario uno se pule, se forma y va creciendo para un día ser verdaderamente un sacerdote que sirva y ame a todas aquellas almas que Él le ponga delante, a pastorear, llevarlas al amor pleno, a la Verdad.
            Para vivir y ser ejemplo de lo que Dios hizo por nosotros: “vivir de amor y morir de amor”, como lo decía Santa Teresa del Niño Jesús. Porque Quiero vivir para amar, quiero ser llevado por el amor de Dios y ser un ejemplo de ello en la vida sacerdotal a la que Dios me ha llamado.

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