En un Gesto de Agradecimiento Hacia
Dios
Mí vocación, nace de un amor
infundido por Cristo, el cual florece en mi corazón y cambia totalmente mi
vida.
Este amor es desvelado con el paso
del tiempo en mi vida, poco a poco, se va arraigando más profundamente en el
fondo de mi corazón.
Como poso que hace macerar el vino,
este amor, me va dando cuerpo y una estructura de esencias, aromas, matices,
que moldean e infunden en mí persona, una nueva forma de vivir.
La llegada de este amor a mi vida,
me hace plantearme y reconsiderar cual es mi verdadero papel en este mundo, es
entonces cuando lo veo claro.
Dios, que es infinitamente
misericordioso, se apiada de todos nosotros desde la gracia. Cosa que para
los hombres es incomprensible. ¿Por qué yo no puedo amar con la misma
mesura a mis hermanos? ¿Por qué no hacer lo mismo?
En un gesto de agradecimiento hacia
Dios, quiero intentar rechazar mi voluntad para escuchar la de los demás.
Quiero poder ayudar a mis hermanos a que se puedan encontrar con Dios en la
vida, y esto ilumine sus vidas como Él hizo conmigo.
Quiero poder hablar de Dios, para
que Él pueda consolar y reconfortar el alma de los que están atormentados y
oprimidos por el poder del egoísmo en
este mundo.
Quiero ser anunciador del evangelio
desde el ejemplo, desde la humildad y mansedumbre. Pues pocos estamos
dispuestos a combatir nuestra voluntad por Él, todos tenemos miedo y sufrimos
cuando no nos complacemos a nosotros mismos. ¿No es esto lo que el mundo nos
enseña? ¿Es esto realmente lo correcto?
Mi vocación me hace sentir que
merece la pena luchar el día a día, aunque al final de la jornada no se consiga
nada. Es ésta la que me hace amar a los demás, sin buscar una recompensa que dé
sentido lógico o humano a lo que se está haciendo. Una vocación que nació en
mí, libremente. Al igual que nació el amor desinteresado. Ella me centra en el
sacrificio por el bien del prójimo. Un sacrificio que va desde la dación por
los demás, al curtimiento de nuestra propia formación, comunión y cuidado de
nuestra alma, pues solo así se puede caminar correctamente en el camino de la
vocación.
Vocación que busca exclusivamente la
transformación de nosotros en el Buen Pastor, siendo ésta la de ser un buen
cristiano, honrando así a Dios en este mismo ejemplo que Jesucristo nos dio,
nos da y nos dará.
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